Extender el modelo para apuntalar la distribución

El análisis de José Ignacio de Mendiguren, Presidente de la Unión Industrial Argentina

16/12/2011
El camino que conduce a la construcción de una sociedad más justa, inclusiva y equitativa implica profundizar y extender nuestros debates más allá de los límites que nos hemos autoimpuesto histórica y coyunturalmente. Una de esas discusiones es la redistribución del ingreso. Todos los objetivos que nos propongamos están directa o indirectamente vinculados con ella. Transformar la realidad implica necesariamente hilar fino en qué y cómo distribuir, con la mira siempre puesta en el horizonte del desarrollo nacional. Una tentación simplificadora, sin embargo, puede llevarnos por un camino reduccionista: poner el acento únicamente en el trabajo registrado. Una mirada más amplia nos depositará a las puertas de una realidad con otras aristas: el [L1] 66% del total de asalariados –quienes están registrados– se llevan el 90% de la retribución total al trabajo, en tanto que el restante 34% –los no registrados– reciben apenas el otro 10% marginal de las retribuciones. Las consecuencias de este esquema van más allá de la mera diferenciación por ingresos. El crecimiento sostenido en el tiempo será un espejismo y la distribución un enunciado hueco si no acordamos el cómo para atacar esta problemática. El tener ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda genera una distinción que corroe a la inclusión en su fibra más íntima. Quienes concebimos a la economía como un motor que alimenta a lo real y no como mera especulación sabemos que sin salario no hay mercado y que sin mercado no hay inversión de calidad que modifique la matriz productiva. En la UIA representamos a empresas que pagan salarios registrados. Aquellos empresarios que no asumen la responsabilidad de tener a todos sus empleados en blanco pagan una cuarta parte del costo laboral, lo que provoca una competencia desleal y destruye cualquier intento de circularidad virtuosa en el proceso económico. Nuestro sector firma 800 convenios colectivos por año y genera mejoras concretas y tangibles en el poder adquisitivo de los asalariados. Incluir al conjunto de trabajadores que hoy están por fuera del circuito formal requiere de políticas sostenidas en el tiempo, y cuyo objetivo sea que más sectores y empresas aumenten progresivamente la demanda de trabajo calificado. Para lograr el objetivo hay que dejar de cazar en el zoológico y adentrarse en la selva de nuestra heterogeneidad social. Extender los límites de la mirada tradicional, con audacia e innovación en nuestras prácticas; lograr acuerdos amplios con metas concretas entre Estado, empresarios y trabajadores. Si consensuamos la extensión cualitativa del concepto de redistribución y abordamos conjuntamente todos los niveles del dilema, habremos dado varios pasos en el camino hacia el desarrollo, haciéndolo lo suficientemente ancho como para que la inclusión avance por un carril privilegiado.

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