¿Energía económica o energía sustentable?

Reproducimos el artículo del Dr. Daniel Montamat, Ex secretario de Energía y ex presidente de YPF, publicado en el 17/03/18 en el diario Clarin. El contenido se encuentra alineado con la presentación hecha por la UIA en el encuentro Argentino – Noruego, e invita a reflexionar sobre los aspectos que deberían tenerse en cuenta para darle forma a nuestra futura matriz energética.

20/03/2018

Nota: El texto resaltado es responsabilidad del Departamento.

“La Argentina preside el G20 este año y puede aprovechar de más de 50 reuniones en donde miembros permanentes e invitados abordarán cómo generar políticas públicas para enfrentar los grandes desafíos globales. En febrero, hubo reuniones de Trabajo del foro Transiciones Energéticas con representantes de los distintos países que integran el Grupo y representantes de organizaciones internacionales vinculadas a la energía. En ese encuentro hubo algunas ideas basadas en la experiencia comparada que la Argentina no puede ignorar en el planteo estratégico de su futuro energético.

Kazushige Tanaka, director de la agencia de Energía del Ministerio de Economía de Japón, aseveró que “desarrollar sólo la energía renovable es peligroso, que la diversificación es lo más importante, que haya muchos tipos de fuentes de energía”. El por qué es obvio: “porque si no hay viento, no hay energía eólica. Si se nubla, no hay energía solar”.


Paul Simons, vice Director Ejecutivo de la IEA, exhibió un gráfico con la participación relativa de las energías renovables intermitentes (eólica y solar) en la generación de electricidad de distintos países.

  •  En Sud África, Méjico, India y Japón la participación es menor al 5% y, según el experto, eso no tiene impacto en el balance de carga del sistema eléctrico.
  • Entre 5 y 10% (China, USA, Australia, Bélgica, Suecia) ya comienza a existir impacto en la carga del sistema y hay que prever mecanismos que equilibren el despacho.
  • Cuando la participación es del 15 al 20% (Reino Unido, Italia, Alemania, Grecia, Irlanda, España y Portugal) la flexibilidad del sistema se vuelve clave.

Las redes inteligentes, el almacenamiento, la integración regional de los mercados eléctricos y la gestión de demanda pueden dar flexibilidad y paliar los problemas derivados de la intermitencia. Pero esas respuestas hay que evaluarlas con cuidado, teniendo en cuenta las fuentes de energía con las que cuenta cada país y los mecanismos que están al alcance para dotar el sistema de flexibilidad. De lo contrario la intermitencia disminuye el factor de utilización de las demás centrales.

A menos factor de utilización, mayor costo de capital.

Pero debido al carácter volátil e impredecible de la producción eólica, las centrales eléctricas de combustible funcionarán, en promedio, a una fracción relativamente más baja de su capacidad nominal que si no hubiera turbinas eólicas en el sistema. En consecuencia, también aumentan el consumo de combustible y los gastos de explotación y mantenimiento por kWh. Todo lo que redunda en costos y precios más caros para el suministro energético.

¿Debemos entonces resignar la exitosa incorporación de energías renovables promovidas por los planes RENOVAR 1, 1.5 y 2? Por supuesto que no. En el evento citado, el Presidente anunció que en el año próximo las energías renovables aportarían el 8% de la energía generada e insistió en el objetivo del 20% para el año 2025. La Argentina tiene que transformar muchas “o” disyuntivas en “y” conjuntivas, y el sector energético presenta uno de los grandes desafíos: energía competitiva (en términos relativos a otros países) y sustentable.

El balance relativo de recursos energéticos, las oportunidades que ofrece la eficiencia energética y la posibilidad real de conformar mercados regionales de energía con recursos complementarios permiten el planteo concomitante de objetivos energéticos económicos y ambientales. Para desarrollarnos, vamos a necesitar mucho más energía por más que la usemos eficientemente.

El consumo promedio per cápita argentino de electricidad por año es de poco más de 3.000 kw/h (un poco más de la media mundial). Los umbrales del desarrollo giran en torno a una media de 4.000kw/h año.

Podemos disponer de un suministro energético confiable, sustentable y abundante para transitar la etapa al desarrollo. Pero para eso hay que empezar por tener en claro las prioridades estratégicas.
 

No va a haber energía sustentable a precios competitivos sin un desarrollo intensivo del potencial de gas natural que alberga nuestra geología.

Sin un desarrollo intensivo del gas, la penetración de las renovables, por lo menos hasta alcanzar mecanismos que aseguren una mayor flexibilidad del sistema, nos llevará a escenarios de energía más cara. Y para que haya un desarrollo intensivo del gas natural hay que desarrollar nuevas demandas en el mercado doméstico, volver a abastecer el mercado regional y acoplarse al mercado mundial que viene.

En los documentos de trabajo del G20 el gas natural es identificado como una opción combustible flexible y menos contaminante respecto al carbón y el petróleo.

Los recursos gasíferos se han incrementado y pueden ser puestos en producción gracias a la tecnología de desarrollo de no convencionales.


Para el G20, el gas natural es el puente a la diversificación de la matriz de energía en el mundo. Nuestros colegas lo tienen en claro y tenemos que convencerlos que la Argentina se prepara para interactuar en ese mercado mundial de gas natural. No olvidemos que dependemos de ingentes inversiones locales y extranjeras para transformar en realidad nuestro potencial”.

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